La varicela es una enfermedad muy contagiosa, causada por el virus llamado varicela zóster que es de la familia de los herpes virus, y que también puede causar el herpes zóster.
Esta enfermedad, durante la niñez suele ser leve, pero en adolescentes y adultos puede ser mucho más agresiva, y presentar complicaciones. El único reservorio conocido es el humano, y se transmite a través de las gotitas que se emiten con la respiración o con la tos. También contagian las vesículas, ya que las mismas están cargadas de virus.
En países como el nuestro, donde las cuatro estaciones están bien definidas, aparece con mayor frecuencia en invierno y primavera, aunque puede verse en cualquier época del año.
La enfermedad se caracteriza por pequeñas lesiones o "granos" rosados, que de inmediato se transformarán en vesículas. Estas vesículas duran dos o tres días, y después se transforman en costras. Durante los primeros tres o cuatro días, es frecuente ver conviviendo vesículas y costras, que se desparraman a lo largo de todo el cuerpo, incluyendo conducto auditivo, vulva y boca. Cuando todas las lesiones se transforman en costras, ya no se puede transmitir más o sea, la enfermedad deja de ser contagiosa.
Días antes de comenzar la enfermedad, el niño suele estar decaído, con poco apetito, fiebre, y presentar vómitos. Cuando aparecen las primeras lesiones, estos síntomas pueden continuar.
Las lesiones son muy pruriginosas.
Durante el período de estado, el niño (o el adulto) debe permanecer aislado, dado su grado de contagiosidad. Las personas de mayor riesgo son las embarazadas, los inmunodeprimidos, los adolescentes y los adultos. Debe tenerse en cuenta que, en general, cuando se contagia un conviviente, la enfermedad será más importante en él que en el primero que tuvo la enfermedad, debido al grado de exposición.
En cuanto al tratamiento, no existe tratamiento específico, pero sí medidas generales: Si tiene fiebre, puede tomar paracetamol. No se recomienda el uso del ibuprofeno, porque se han descripto complicaciones. Tampoco aspirina, por el riesgo de que se produzca la enfermedad de Reye.
El enfermo puede recibir baños cortos, con jabones neutros. Y para evitar el escozor, existen una serie de lociones a base de calamina y otras sustancias, y también suelen usarse los antihistamínicos orales. Pero todos estos medicamentos deben usarse bajo control médico.
No se recomiendan los antivirales, como el aciclovir, excepto en casos muy especiales, como inmunodeprimidos o embarazadas.
El virus, después de la primo infección que causó la varicela, puede propagarse a los nervios sensoriales, y permanecen latentes en sus células ganglionares dorsales, desde las que puedes reactivarse luego de mucho tiempo, y causar el Herpes Zóster.
Inmunización: Se puede realizar inmunización activa con la vacuna antivaricela, que, desde el 2012, en la Argentina se está colocando a todos los niños que cumplen un año, junto con las demás vacunas del calendario. Para las personas de riesgo, que no pueden recibir la vacuna, como embarazadas, inmunodeprimidos o recién nacidos cuyas madres no tienen inmunidad adquirida, puede realizarse la inmunización pasiva, mediante la inmunoglobulina antivaricela zóster.
Recuerden mamás, que, si bien durante la niñez, la varicela es una enfermedad benigna, también pueden aparecer complicaciones, que se deben tener en cuenta. Por eso es recomendable que, frente a la aparición de la enfermedad, se consulte al médico.
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20 julio 2013
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